¡¡La caída de Sega!!

He encontrado este artículo en un blog de un colega y me he decido a postearoslo, a ver qué os parece...

La caída de Sega es un tema que en su momento dio pero que mucho de lo que hablar, e hizo implosionar los foros de medio mundo cuando anunció que se retiraba del hardware y pasaba a ser una third party. Uno de los grandes colosos, un mito de la historia de los videojuegos se derrumbaba, derramando ríos de tinta. Sin embargo, hay mucha gente todavía no tiene claro por qué Sega acabó por saltar en pedazos y los hay incluso que auguran que Nintendo seguirá su camino. Para saber cuáles fueron los motivos, necesitas no sólo saber de consolas, sino de gestión. Mucha gente cree que basta con lo primero, pero no es así.

Los problemas de Sega para cuando sacaron la Dreamcast, eran muchos. Achacar su caída a un único factor es de simples, pero si hay algo que deberíamos destacar por encima de todo es: que estaba dirigida por fanáticos de los videojuegos. Sí, sí, como tú y como yo, como esa gente que pulula en los foros hablando sobre como Nintendo debería sacar un pepino de consola y que sabe perfectamente que si hicieran un FPS con mil armas distintas y una historia de 1428 horas de juego vendería a puñados. Ese tipo de fanáticos de los juegos.

Y ese era el problema de Sega. Creían que lo único que importaba eran los buenos juegos, y sobre todo los grandes juegos (en tamaño, no sólo en calidad) y el gran hardware. Y llegar los primeros. Pero se equivocaban. Como muchas veces ha demostrado la historia, hay cosas más importantes que el producto. Por un lado, el cómo tratas a tu consumidor. Sega maltrató a sus seguidores como pocas compañías han hecho, forzándoles a seguir su ritmo de hardware en una loca carrera en busca de ser el más adelantado futurista (algo que es tan rematadamente propio de los frikis de los videojuegos como el adelantarse a su tiempo aún que se meta la hostia padre) que les llevó a sacar y abandonar sucesivamente el Mega CD, el 32X y la Saturn en un tiempo récord, presentando un apoyo mínimo a cada una de esas plataformas y acabando por cabrear a la inmensa mayoría de sus seguidores y desarrolladoras.

Por si esto no fuera poco, llegó la competencia: Sony. No sólo hay que ser mejor: hay que parecer mejor, y vaya si lo logró Sony. A base únicamente de acciones de relaciones públicas, logró distraer el interés por la Dreamcast simplemente… vendiendo humo. Juegos de la calidad del Soul Calibur (¡online!) o el PowerStone se vieron eclipsados por mera palabrería y acción de marketing. Sega no supo jugar a ello a tiempo. Con una imagen debilitada y destrozada por la competencia y sus propias acciones, muchos consumidores decidieron que la espera para la PlayStation 2 merecería la pena. No en vano, Sega les había traicionado mientras que Sony prometía gráficos de Toy Story 2 para la PS2 (Sin comentarios...). Antes Sony había prometido una gran consola con la PS1, y había cumplido. Si Sega había traicionado y Sony mantuvo su palabra ¿por qué iba a ser ahora distinto? Y sobre todo, prometiendo Sony lo que prometía. ¡La PS2 iba a estar llena de juegos, online, OMG el futuro! ¡Incluso no harían falta juegos de PS2 físicos, se descargarían directamente a la consola, con la que también podríamos navegar por Internet! ¡Y el Emotion Engine ofrecería gráficos de Toy Story 2, y podría aprovechar el poder de otros aparatos de Sony para ayudar en tareas de procesamiento! ¡Uau!. ¡Íncreíble!.

Y tanto. Pero para rematar de terminar la faena, Sega se despidió con una llamarada de gloria. Empezó a producir una serie de juegos que muchos consideran clásicos y geniales a día de hoy. Sega, buscaba desesperadamente su juego vendeconsolas que le ayudará a obtener ese número extra de ventas necesarias para amortizar una inversión que ya se había hecho con números rojos debido a la herencia de la Saturn y al declive de las recreativas. Ese juego vendeconsolas, nunca llegó.

Sega produjo juegazos como el Skies of Arcadia o el Shenmue. Juegazos con altísimos costes de producción, con altísimas ambiciones y que son el sueño de todo hardcore… pero los sueños de los hardcores, de los fanáticos de videojuegos como Sega o nosotros mismos, no son los sueños del mercado. Es triste, pero es que lo que hicieron fue de tontos románticos. En vez de ver qué quería el mercado, hacer un estudio y hacer un producto adecuado a la demanda del mercado, en vez de intentar sacar el máximo beneficio con el mínimo coste, se dedicaron a tirar la casa por la ventana en un proyecto mamotrético que acabó arruinando a la romántica, y estúpida Sega, la cual necesitaba un brain training o un Nintendogs, y le salió un Shenmue y una Dreamcast insostenible.

Hay quien dice que Sega está muerta, pero si murió, lo hizo con un estallido de gloria. Mucha gente, a día de hoy, sigue comprando y jugando con Dreamcast's, incluso algunos desarrolladores intrépidos y bizarros, producen juegos para esta consola, trágicamente fenecida, pues así son las grandes consolas: nunca mueren. Pero no. Sega se fue, y con ellos murió un tipo de magia imposible de duplicar, y sobre todo, murió la creencia de que fans de videojuegos eran capaces de llevar una compañía de juegos: no se puede, no podéis, no podemos. Las EA's y Sony's del mundo se nos comerían vivos. Se puede hacer como Nintendo, que intenta compaginar eso de la magia con el sano sobrevivir y ganar dinero, pero no más que eso.

Esto es un negocio, y un negocio no deben llevarlo soñadores románticos. Es por ello por lo que Nintendo está dirigida por Iwata y no por Miyamoto. Es por ello por lo que Sega murió. Descanse en paz, mi estúpidamente alocada, en su momento, odiada, y siempre, querida Sega.